Intervención en Círculo de Economía

INTERVENCIÓN DE MIQUEL ICETA EN EL CÍRCULO DE ECONOMÍA

14 de Octubre de 2014

En primer lugar quiero agradecer al Presidente del Círculo, Antón Costas, la amable invitación de dirigirme a todos ustedes en el marco de las conversaciones que llevan por título “La hora de la política”.

La hora de la buena política, me atrevería a decir. Porque política hay, pero hay demasiada de la mala. Los ciudadanos tienen derecho a una gestión eficaz y honesta de los asuntos públicos, y en demasiadas ocasiones no obtienen ni una cosa ni la otra. No es de extrañar, pues, que la política se encuentre en horas bajas.

El caso de Cataluña corre el riesgo de convertirse en emblemático. Venimos de una legislatura que acabó antes de tiempo a medio mandato, y la actual parece condenada a repetir la historia.

En el año 2010 el President Mas se había fijado como principales objetivos el pacto fiscal y la reducción del paro a la mitad y, desgraciadamente, no consiguió ni lo uno ni lo otro. Propuso a la sociedad catalana salir del túnel del tripartito y la constitución del gobierno de los mejores. Y hoy, por desgracia para todos, no tenemos un mejor gobierno. Artur Mas avanzó las elecciones para obtener una mayoría extraordinaria para emprender la transición nacional hacia un Estado propio y convocar una consulta,  y perdió 12 escaños. El President Mas se ha visto hoy obligado a explicar que la consulta legal a la que se comprometió para el 9 de noviembre no se hará. Ha tardado demasiado en hacerlo. Algunos ya advertimos hace tiempo que las cosas se estaban haciendo mal, y cuando las cosas se hacen mal, acaban mal.

Y hoy el President Mas nos dice que no se podía hacer la consulta tal y como la había planteado porque no tenía todas las garantías, y ahora propone hacerla en peores condiciones, es decir, sin garantías. No es una consulta legal y acordada y, sobre todo, no cuenta con las mínimas garantías democráticas. Ni tan solo será convocada formalmente, hoy mismo el President Mas ha dicho que no firmaría un decreto de convocatoria. No merece el nombre de consulta, es una “gigaencuesta presencial”. Es una huida hacia adelante. Una frase atribuida al escritor y periodista Pompeu Gener resume bastante bien la situación actual. “Adelante, adelante, sin una idea y sin un plan”. Y no es eso lo que quieren y merecen los catalanes.

Lo mínimo que se puede pedir a la política y, en particular a un gobierno, es que proporcione un marco de estabilidad y garantice la seguridad jurídica. Es lo que merece la ciudadanía y es lo que necesita nuestra economía. Y el gobierno de CiU no ha proporcionado ni una cosa ni la otra. A través del pacto de Artur Mas con Esquerra Republicana de Catalunya, la legislatura se ha convertido en una cuenta atrás que se está agotando de forma inexorable y angustiante sin haber conseguido sus objetivos.

Ya hace demasiado tiempo que no sabemos hacia dónde vamos, mejor dicho, a dónde nos quieren llevar. Ejemplos. Se pretendía utilizar una ley de consultas populares no referendarias para hacer la pregunta propia de un referéndum. Y ahora se quiere realizar una mal denominada consulta sin garantías. El gobierno se instala en el caos con chapuzas tan perjudiciales como el pleito sobre la concesión administrativa de Aguas Ter-Llobregat. El gobierno se muestra incapaz de presentar los presupuestos en los plazos fijados, y los maquilla con previsiones de ingresos que no se pueden conseguir con el fin de cuadrar artificialmente las cuentas.

En el ámbito de las finanzas públicas la situación se ha convertido en ciertamente paradójica: el Gobierno de Artur Mas proclama constantemente que no tiene dinero para financiar los servicios públicos y, a la vez, ha generado una enorme montaña de deuda pública. Una sola cifra para ilustrarlo: en cuatro años ha generado más deuda pública que los gobiernos de izquierdas en siete años.

Los socialistas catalanes venimos diciendo desde hace mucho tiempo que el camino elegido por el President Mas es equivocado, es un callejón sin salida. A la vez, somos plenamente conscientes de que así no podemos seguir, que hay que encontrar un nuevo marco de relaciones entre Cataluña y el resto de España, y que no habrá solución estable si no puede ser refrendada por los ciudadanos en las urnas.

Pero no hay otro camino que la vía del diálogo, la negociación y el pacto, que no es la tercera vía, sino la primera y, si me apuran, la única.

Lo interpretamos así desde una profunda convicción catalanista que nos lleva a exigir respeto hacia nuestra comunidad nacional y el máximo autogobierno posible en el marco de interdependencias crecientes y de soberanías compartidas del proceso de construcción europea y del proceso de globalización económica.

El nuestro es un catalanismo que pretende la transformación de España en un sentido federal y de profundización democrática, capaz de reconocer plenamente su carácter plurinacional, pluricultural y plurilingüe. Un catalanismo que quiere garantizar que el Estado que compartimos con el resto de pueblos de España esté también al servicio de interés general de Cataluña. Un catalanismo que tiene la legítima ambición de gobernar España juntamente  con los progresistas de todo el Estado. Un catalanismo que es heredero genuino del catalanismo histórico, que no era ni fundamentalista ni separatista, era profundamente liberal en el mejor de los sentidos de la palabra.

Nuestra propuesta concreta es una reforma constitucional federal que resuelva los problemas y disfunciones del Estado de las Autonomías generalmente reconocidos y que, además, reconozca Cataluña como nación, asegure el autogobierno garantizando las competencias  de la Generalitat y de forma especial aquellas que tienen que ver con la educación, la cultura y la lengua, cree instituciones de carácter federal como un Senado territorial, y promueva un pacto fiscal que siendo solidario preserve el principio de ordinalidad. Nuestras cuatro “erres”: reconocimiento, reglas, representación y recursos.

Esta reforma constitucional federal tendrá que ser sometida a referéndum de todos los españoles, y queremos que los catalanes la voten de forma mayoritaria. Así pues habrá que convencer a los que no quieren romper y a aquellos que hoy se sienten llevados hacia la independencia porque no ven por ahora un camino alternativo para mejorar nuestro autogobierno y el adecuado reconocimiento a nuestra realidad nacional.

Hay quien dice que esto podría conseguirse también a través de una disposición adicional de la Constitución. Estamos dispuestos a estudiar todas las posibilidades para resolver bien el problema del encaje entre Cataluña y el resto de España. Y estamos dispuestos también a explorar las diversas fórmulas que hay para que los catalanes y las catalanas puedan ser consultados sobre el futuro político de Cataluña, bien sea por la vía del artículo 92 de la Constitución o la propia Ley 4/2010 de Consultas Populares por vía de Referéndum aprobada en tiempos del President Montilla y vigente en la actualidad, mientras espera la decisión del Tribunal Constitucional. Fórmulas legales y acordadas, con las necesarias garantías democráticas. Caminos ciertos, que no forman parte de un engaño, ni de un autoengaño, ni de un espejismo.

Pero, quiero subrayarlo, todos estos caminos forman parte de la única vía, la vía del diálogo, la negociación y el pacto, y rechazamos de forma explícita cualquier forma de unilateralidad, ilegalidad o desobediencia civil. Con ello, no quiero decir que sean caminos sencillos ni llanos, y que no requieran también de una importante dosis de firmeza y reivindicación.

Porque somos muy conscientes de la enorme responsabilidad del gobierno Rajoy y del PP en todo este estado de cosas. Desde el origen del malestar (campaña contra el Estatut, recurso de inconstitucionalidad, sentencia del Tribunal Constitucional, política recentralizadora del actual gobierno de España y falta de respeto a aspectos relevantes de nuestra identidad) hasta el bloqueo actual en el que solamente se esgrime la exigencia de respeto a la legalidad que compartimos, pero que no es suficiente. Hace falta, por parte del gobierno del Partido Popular, una propuesta concreta para resolver el problema de fondo.

Desgraciadamente, me temo que los cálculos electorales se han impuesto tanto en CiU como en el PP y eso está impidiendo el normal y exigible diálogo entre gobiernos. Encuentro sencillamente escandaloso que se haya olvidado de forma total y absoluta el documento de 23 puntos entregado por el President Mas al Presidente Rajoy el pasado 30 de julio. ¡Solamente yo hice referencia a este documento en el Debate de Orientación Política General que abrió el curso político! Son 23 cuestiones relevantes que los socialistas compartimos y en las que estamos dispuestos a trabajar.

Vuelvo a exigir que este diálogo se produzca. Es la única manera de salir del callejón sin salida al que nos han llevado el uno y el otro.

Porque hoy el futuro inmediato de la política catalana es muy incierto. Creo que es un error substituir una consulta legal por un simulacro de consulta falto de las mínimas garantías democráticas exigibles. Tampoco me parece una buena solución ir a unas elecciones llamadas plebiscitarias. Una lista conjunta entre CiU y ERC, ¿a qué gobierno nos llevaría? ¡Qué incoherencia política! ¡Qué engaño! Dicen que nos llevarían a una declaración unilateral de independencia. Pero, ¿qué quiere decir eso? Sería un peligroso gesto de cara a la galería, fuera del Estado de Derecho y que no encontraría ningún tipo de reconocimiento internacional serio. Otro engaño. Dicen que obtendríamos una posición de fuerza para negociar. En el mejor de los casos tendríamos una mayoría con pies de barro. Y ¿para hacer qué? No lo sabe nadie. Otro engaño.

Modestamente creo que habría que aprovechar los dos años que quedan de legislatura para trabajar duro en la recuperación económica y la resolución de los problemas de la gente. Con cuatro prioridades bien claras:

  1. Relanzar la economía y crear puestos de trabajo. De este tema hablaré al final de mi intervención.
  2. Proteger el Estado del Bienestar, los sistemas públicos de salud, educación y protección social.
  3. Regenerar la democracia y combatir el fraude fiscal.
  4. Una reforma constitucional federal que reconozca a Cataluña como nación, garantice nuestro autogobierno y especialmente las competencias de la Generalitat en materia de lengua, educación y cultura, y asegure un pacto fiscal justo y a la vez solidario.

Eso es lo que habría que hacer en los dos próximos años. Sin renunciar a la consulta, trabajando para hacerla posible de forma legal y acordada, la única manera de hacerla.

Pero si finalmente se anticipan las elecciones, los socialistas defenderíamos exactamente los mismos planteamientos. No tenemos miedo a las urnas. Ni engañaremos a las personas para ganar votos.

Y dedicaré la parte final de mi intervención a hacer unas breves reflexiones sobre temas económicos,  consciente de que hacerlo ante ustedes que saben mucho más es muy atrevido. Y que sin duda lo haría con más fundamento el Portavoz de nuestro Grupo Parlamentario, Maurici Lucena.

Pero no quiero dejar de comentar algunos aspectos que considero relevantes:

  • La recuperación económica en España y Cataluña es aún muy incipiente y débil.
  • Las últimas noticias sobre los países más relevantes de la Eurozona no permiten descartar una nueva recaída, el propio FMI cree que hay un 40% de posibilidades de una nueva recesión.
  • A pesar de tener poco margen de maniobra en el ámbito de la política económica, en España y Cataluña podemos hacer más y mejores cosas para relanzar la actividad económica y crear empleo.

En cualquier caso, soy consciente de que la socialdemocracia europea todavía no ha perfilado una alternativa global y lo suficientemente sólida al actual estado de las cosas, pero sí podemos afirmar algunos elementos con suficiente rotundidad y conocimiento de causa:

  • No hay soluciones nacionales a la crisis, tal y como lo demuestra la reciente reunión del G-20, el FMI y el Banco Mundial.
  • La mejor regulación de los mercados y, especialmente, del sector financiero es el camino más seguro para evitar crisis económicas y financieras tan profundas y destructivas como la que comenzó en el año 2007.
  • La importancia de las restricciones y los condicionantes globales y europeos no exige a cada país del correspondiente esfuerzo para recuperar los equilibrios macro-económicos sin renunciar a los necesarios estímulos al crecimiento económico.
  • El paro masivo, la precariedad laboral, la pérdida de poder adquisitivo, la enorme deuda pública y privada, y las desigualdades cada vez mayores son los principales problemas de la economía española, sin olvidar la contracción del crédito que sigue ahogando a las pequeñas y medianas empresas, los autónomos y las familias.
  • En España y en Cataluña son necesarias profundas reformas estructurales en el sector de la energía, el sistema judicial y el funcionamiento del sector público, y
  • El muy preocupante problema de las crecientes desigualdades impone una reflexión en profundidad sobre el sistema fiscal español y catalán que, sin subir necesariamente el tipo impositivo de las principales figuras tributarias, tiene que conseguir aumentar la recaudación pública (que en España es una de las más bajas de la Unión Europea en relación al PIB) a la vez que incrementa la progresividad efectiva del sistema, eliminando los sobreabundantes beneficios fiscales de carácter regresivo y los numerosos mecanismos de elusión fiscal accesibles solamente a las grandes empresas y las personas con elevados niveles de renta y riqueza.

Sé que el Círculo de Economía está reflexionando de forma profunda y seria sobre la industria en nuestro país, sobre la necesidad de recuperar e impulsar nuestra vocación industrial, sin olvidar, lógicamente, la necesaria promoción pública de la I+D de todas las empresas innovadoras cualquiera que sea su adscripción sectorial. Creo que podríamos hacer más en este sentido y que los planteamientos del Gobierno en Cataluña en esta materia y el pacto “Más industria” no se están concretando en medidas potentes de estímulo a la inversión y la actividad industrial. La incertidumbre política y el enfrentamiento permanente con el Gobierno de España no son contribuciones positivas a este esfuerzo.

En este sentido también querría subrayar la importancia estratégica de la innovación y de las reformas pendientes de la Formación Profesional y el Servicio Catalán de Empleo, que estamos dispuestos a acordar con el gobierno.

Por cierto, como las buenas noticias hay que celebrarlas, quiero saludar la OPA amistosa de Gas Natural sobre la empresa chilena CGE, un esperanzador síntoma de recuperación económica y de fortaleza de las empresas catalanas.

Y acabo. Creo que Cataluña necesita estabilidad política, seguridad jurídica, un estímulo prudente a la actividad económica, compromiso de apoyo a empresas y emprendedores, más diálogo social, una gestión presupuestaria solvente, y resolver el encaje con el resto de España por la vía del diálogo, la negociación y el pacto.  Para ello siempre se podrá contar con el PSC.

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