Una alternativa sensata

UNA ALTERNATIVA SENSATA

Conferencia de Miquel Iceta

Barcelona Tribuna, 5.11.14

 

Buenos días, autoridades, señoras y señores, amigas y amigos,

Quiero agradecer a los organizadores, a La Vanguardia, a la Asociación Española de Directivos y a la Sociedad Económica Barcelonesa de Amigos del País, así como a los patrocinadores: Telefónica, Gas Natural Fenosa y Deloitte, su amable invitación a compartir mi punto de vista sobre la situación política actual.

Quiero agradecer muy especialmente las palabras de presentación de Miquel Roca i Junyent, a quien he respetado desde siempre y a quien nuestro país reconoce una autoridad política basada en su experiencia y su destacada contribución como ponente de la Constitución de 1978, hecho culminante de la transición política de la que orgullosamente me siento hijo. Ya me gustaría que nuestra generación fuese capaz no ya de superar sino de igualar el consenso y el carácter constructivo que nos ha proporcionado el período más positivo de la historia de Cataluña y España.

Soy plenamente consciente de que el principal problema al que nos enfrentamos es la crisis económica y sus efectos: el paro, el crecimiento de las desigualdades, el aumento de la pobreza y la falta de oportunidades especialmente entre los más jóvenes y los parados de larga duración. Y me he impuesto no olvidar esta cuestión en ninguna intervención pública que haga, aunque el tema central sea otro, como es obligado hoy en una conferencia que se produce a pocos días del 9 de noviembre.

Esta conferencia llega en un momento especialmente convulso de la política catalana: aprobación de la Ley de Consultas Populares no Referendarias, convocatoria de una consulta que los socialistas ya habíamos advertido que esta ley no podía amparar, impugnación de la ley y del decreto de convocatoria por parte del Gobierno de España, suspensión de la ley y del decreto de convocatoria por parte del Tribunal Constitucional, substitución de la consulta suspendida por un proceso participativo, impugnación del proceso participativo por parte del Gobierno de España, suspensión del proceso participativo por parte del Tribunal Constitucional, pretensión del Gobierno de Cataluña de mantener el proceso participativo…

Espero que el Gobierno de la Generalitat, que la Administración como tal, acate la resolución del Tribunal Constitucional y deje el proceso participativo, que en cualquier caso se acabará produciendo con un importante seguimiento, en manos de los voluntarios y las entidades impulsoras.

Hemos entrado en un bucle de astucias, legalismos y tribunales que no puede satisfacer las legítimas demandas de los catalanes. Demandas de cambios, de votaciones de verdad y de una nueva relación con España que incluso muchos querrían ver rota para siempre. Pero nadie está obteniendo ningún tipo de satisfacción con el actual estado de las cosas, que solamente parece alimentar un conflicto sin salida.

No quiero pasar de puntillas sobre la jornada del día 9 de noviembre. Como ustedes saben los socialistas no nos sentíamos llamados a participar en ella porque no compartíamos su carácter unilateral ni la pregunta que se formulaba, y esto no ha variado. Creemos que impugnar el proceso participativo fue un error por parte del Gobierno de España porque, suspendida ya la consulta inicial, a partir de aquel momento se trataba solamente de un ejercicio de movilización que podía servir para dar salida a muchas personas que quieren expresar su opinión y que tienen derecho a hacerlo.

Naturalmente acatamos la decisión del Tribunal Constitucional de ayer porque respetamos el Estado de derecho. Pero seguimos creyendo que, aunque esté desprovisto de todo apoyo institucional, el 9-N seguirá teniendo un carácter de movilización y reivindicación que probablemente la impugnación y la suspensión han contribuido a aumentar. El Presidente Rajoy olvida una vez más que la apelación al cumplimiento de las leyes no resuelve por sí sola el problema.

Por ello, y sin menospreciar en absoluto la movilización que se pueda producir, políticamente nos preocupa más el día 10 de noviembre que el día 9. Y por este motivo mi intervención se centrará más en el escenario post 9-N.

Pero no querría dejar de hacer algún comentario sobre el camino que nos ha llevado hasta aquí.

Hemos llegado hasta aquí porque los que tenían que dialogar y negociar no lo han hecho. Estamos aquí por un fracaso de la política. Estamos aquí porque tenemos dos gobiernos que solamente se hablan a través de los tribunales: el Gobierno de España que recurre al Tribunal Constitucional y el Gobierno de Cataluña que presenta una demanda contra el Gobierno de España ante el Tribunal Supremo. Este no es el camino para resolver un problema político. Y el problema que tenemos entre manos es un problema político que solamente puede encontrar solución a través del diálogo, la negociación y el pacto. Y los que tendrían que protagonizarlo han sido hasta ahora incapaces de hacerlo.

Estamos aquí porque el PP combatió a capa y espada el Estatuto votado por los catalanes. Estamos aquí porque el PP presentó un recurso ante el Tribunal Constitucional que acabó alterando un texto legal que había sido refrendado por la ciudadanía. Estamos aquí porque no se tuvieron reflejos para evitar o enmendar esta anomalía democrática. Estamos aquí porque la política desarrollada por el gobierno de España está caracterizada por un afán recentralizador y un escaso por no decir nulo respeto por la realidad plurilingüe y pluricultural de España.

Pero también estamos aquí porque el President Mas intentó quemar etapas avanzando las elecciones en 2012, porque el President Mas al constatar su retroceso electoral estableció con ERC un acuerdo para la transición nacional y para garantizar la estabilidad parlamentaria del Gobierno de Cataluña, que ha convertido esta legislatura en una cuenta atrás que tenía que acabar con una consulta que finalmente no se producirá. Pensar que en el marco de una mayoría absoluta del PP era posible hacer lo que CiU y ERC se habían propuesto era quimérico.

De hecho, aún recuerdo las burlas que se nos dirigían a los socialistas catalanes cuando hablábamos de la necesidad de una consulta legal y acordada. Se pretendía obviar la realidad e incluso negarla. Lamentablemente la realidad es terca y creo que de forma voluntaria o involuntaria se ha jugado con los sentimientos de las personas proponiendo objetivos que no estaban a nuestro alcance. Votaremos sí o sí se decía. Con ley o sin ella. Desde mi punto de vista, las cosas no se han hecho demasiado bien, ha primado la astucia y el engaño al rigor y la excelencia. Y eso no es bueno.

No quiero decir que la realidad tenga que limitar nuestras ambiciones, pero sí que creo que es obligación de los responsables políticos no desconocerla. No se pueden alimentar falsas expectativas que inevitablemente llevan a la frustración.

Advertí hace ya mucho tiempo que se estaba produciendo una bifurcación en el catalanismo entre los que quieren acumular fuerzas para romper con España y los que querríamos acumular fuerzas para negociar otra relación de Cataluña con el resto de España. Esto tiene que ver con las estrategias y las alianzas, muy diferentes si el objetivo es buscar un acuerdo o justificar una ruptura.

El catalanismo históricamente mayoritario era tan reivindicativo como pragmático, y buscaba resultados, quería influir y mandar en España, no quería desentenderse ni romper con ella. Quería que España trabajase en favor de los intereses de los catalanes. Y por ello quiero insistir en la idea de que es muy diferente el camino si se quiere acordar o si se quiere romper. Y no les sorprenderé si les digo que con nosotros se puede contar para buscar el acuerdo y no para buscar la ruptura.

Y este tema me lleva ya al día 10 de noviembre. Muchas personas se habrán manifestado el día 9. Y a la política le corresponderá proponer las prioridades para la siguiente etapa. Una etapa que en teoría deberían de ser los dos años que quedan de legislatura, pero que puede ser mucho más breve si se imponen las tesis de los que quieren precipitar las elecciones, de entre los que destacan los que han acompañado al President Mas desde el inicio de la legislatura y los que se añadieron con entusiasmo al acuerdo sobre la doble pregunta encadenada del 12 de diciembre del año pasado.

Parece que quieren unas elecciones rápidas para declarar la independencia, a través de una declaración unilateral. Sí o sí, vuelven a decir. Y nosotros volvemos a decir que se está fijando un objetivo engañoso. Muchos no estamos a favor de la independencia, pero es que una declaración unilateral de independencia sería inmediatamente impugnada y anulada, y ningún país relevante del mundo la reconocería. Sería un brindis al sol, una arriesgada gesticulación que añadiría inestabilidad sin ninguna ganancia tangible.

Insisto a pesar de arriesgarme a parecer pesado. El cambio de las relaciones entre Cataluña y el resto de España y la búsqueda de un instrumento para poder votar sobre el futuro político de Cataluña solamente encontrarán solución por el camino del diálogo, la negociación y el pacto. Y, por difícil que sea, ésta es la única vía. El PP tendrá que decidir si emprende la negociación ahora, cuando tiene mayoría absoluta, o si la negociación tendrá que esperar a las próximas elecciones generales, en las que el PP no solamente no tiene una mayoría absoluta asegurada sino que puede estar en la oposición si hacemos caso de las encuestas más recientes.

No sé si unas elecciones precipitadas en Cataluña nos darían o nos quitarían fuerzas de cara a esta negociación con las instituciones españolas, pero todas las encuestas anuncian un escenario político y parlamentario de mayor fragmentación, polarización e inestabilidad. ¿Estaremos mejor o peor para negociar?

Siempre hemos defendido que hay que agotar las legislaturas, especialmente en estos momentos porque ya venimos de una legislatura que se acabó a la mitad. Y desde hace tiempo defiendo las cuatro prioridades que creo que tendrían que marcar el rumbo de los dos próximos años de la política catalana:

  • Impulsar el relanzamiento de nuestra economía y promover la creación de puestos de trabajo.
  • Proteger el Estado del bienestar, priorizando la sanidad y la educación públicas, y fortalecer los mecanismos de protección social.
  • Regenerar la política y revitalizar la democracia, dañada por los casos de corrupción que se acumulan y la falta de eficacia en la resolución de los problemas que angustian a la ciudadanía.
  • Negociar un nuevo acuerdo con el resto de España que nos permita votar.

 

Ésta es la alternativa sensata a la agitación y la desorientación que parecen haberse instalado en la política catalana.

La alternativa sensata es un nuevo acuerdo que nos permita votar. La alternativa sensata es un pacto federal.

Cito literalmente el documento aprobado por los socialistas en Granada: “Creemos que en el federalismo se encuentran las mejores soluciones para reconocer, respetar e integrar las diversas aspiraciones nacionales que conviven en España”.

Desde nuestro punto de vista, este nuevo pacto con el resto de España pasa por una reforma federal de la Constitución española, que tendría que servir para acordar, entre otras, las siguientes cuestiones:

  1. La definición de España como Estado federal.
  2. El reconocimiento de las singularidades propias de las nacionalidades históricas, teniendo en cuenta los hechos diferenciales y los derechos históricos ya reconocidos por la Constitución y los Estatutos vigentes (artículo 5 del Estatuto de Autonomía de Cataluña).
  3. La definición precisa de las competencias del Estado y de las pautas sobre su ejercicio, y la atribución del resto de competencias a las Comunidades Autónomas.
  4. La consideración de los temas lingüísticos, educativos y culturales como competencia estricta de las comunidades con lengua propia.
  5. La constitucionalización de los principios de solidaridad y ordinalidad que tienen que regular la financiación de las Comunidades Autónomas.
  6. La descentralización efectiva del Poder Judicial.
  7. La transformación del actual Senado en un Consejo Federal integrado por los Gobiernos autónomos.

 

La necesidad de someter a referéndum esta reforma constitucional permitiría que la ciudadanía manifestase su apoyo o su rechazo a este nuevo acuerdo.

Somos muy conscientes de que hay tres elementos fundamentales del denominado “malestar catalán” que hay que abordar por la vía del diálogo, la negociación y el pacto: el reconocimiento del carácter plurinacional, pluricultural y plurilingüe de España, la necesidad de que la Generalitat pueda ejercer sin obstáculos sus competencias, especialmente en materia de lengua, educación y cultura, y la exigencia de un nuevo pacto fiscal que, como dijo el Tribunal Constitucional, tiene que excluir “el resultado de la peor condición relativa de quien contribuye respecto de quien se beneficia” (Fundamento Jurídico 134 de la STC 31/2010 de 28 de junio). La reforma federal que proponemos les da respuesta, pero soy consciente de que habría otras fórmulas para abordarlos y estamos también dispuestos a estudiarlas. Como también puede haber otras fórmulas para conseguir una consulta legal y acordada.

La reciente experiencia del referéndum escocés proporciona buenas pistas para resolver el problema de fondo: acordar un mecanismos democráticos de consulta o ratificación en las urnas; una oferta ambiciosa de pacto inspirada en las técnicas federales; un despliegue de reconocimiento y afecto adaptado al carácter plurinacional, pluricultural y plurilingüe de España; y, para comenzar, lo que es más importante y hoy no tenemos, una disposición proactiva e inteligente al diálogo y la negociación necesarios.

Por ello no nos cansaremos de repetirlo, los y las socialistas de Cataluña seguiremos trabajando por un nuevo acuerdo entre Cataluña y el resto de España que pueda ser sometido al voto de los ciudadanos y las ciudadanas de nuestro país, porque no nos resignamos ni al mantenimiento de una situación insostenible, ni al conflicto, el callejón sin salida o la ruptura a la que nos condenan las posiciones radicalmente enfrentadas de unos y otros.

Estamos convencidos y convencidas de que hay una mayoría social dispuesta a avalar con su voto un nuevo acuerdo y nos comprometemos a hacerlo posible a través de nuestro esfuerzo, nuestras propuestas y la disposición a debatirlas y enriquecerlas con las aportaciones de los demás. Nos mantenemos así fieles a nuestro compromiso fundacional de garantizar la unidad civil de nuestro pueblo y de buscar permanentemente el entendimiento con el resto de pueblos de España.

Acabo. Parece que pronto el Gobierno de la Generalitat enviará al Parlament el proyecto de presupuestos para 2015. Según dijo el propio President Mas, lo hará sin haberlos negociado antes con nadie y sin tener el apoyo suficiente para garantizar su aprobación. No me parece que sea la mejor forma de hacerlo, pero tanto esta decisión como la decisión de convocar las elecciones de forma anticipada, es de su exclusiva responsabilidad.

Nosotros ya hemos dicho que estamos dispuestos a explorar acuerdos de estabilidad, pero tienen que ser acuerdos de fondo, no maniobras de distracción para ir tirando. No son acuerdos solamente para ayudar a un Gobierno de Cataluña en dificultades. También nos gustaría asociar estos acuerdos de estabilidad a una perspectiva de negociación con el Gobierno de España. Para negociar un nuevo acuerdo como el que antes describía o, como mínimo, para desbloquear una mayoría de los 23 puntos que el President Mas puso sobre la mesa del Presidente Rajoy el pasado 30 de julio. 23 cuestiones de las que hoy hemos sabido por boca del President Mas que solamente ha resuelto, y cito literalmente, “la mitad de una”. También convendría impulsar con urgencia un acuerdo sobre la renovación de la financiación autonómica, así como revisar la distribución de los esfuerzos entre los tres niveles de gobierno para reducir el déficit público. De todo esto se tendría que hablar con el Gobierno de España.

Esto es lo que creemos que toca. El PSC pretende construir una alternativa sensata, con elecciones o sin ellas, intentando servir con tanta ambición como modestia, a los intereses de los ciudadanos y las ciudadanas de Cataluña. Y a ello me pienso dedicar en cuerpo y alma.

Muchas gracias por su atención.

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